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¿Qué son las fachadas inteligentes?


Hoy en día está muy en boga la eficiencia energética en los edificios. La Unión Europea se ha propuesto como objetivo, según la Directiva 20/20/20, que en 2020 todos los edificios que se construyan sean de consumo casi nulo. Para ello, uno de los elementos más importantes a tener en cuenta es la fachada del edificio.


La fachada es el principal elemento de intercambio energético del edificio con el exterior. Si una fachada está mal aislada, generaremos cierto gasto en calefacción. Por el contrario, una fachada con gran cantidad de vidrio puede hacer inhabitable el interior cuando el sol incida directamente. El objetivo de una fachada inteligente es que las condiciones interiores del edificio sean óptimas sin necesidad de usar calefacción o aire acondicionado. Así pues, el concepto fachada inteligente tiene dos vertientes principales:


· Fachadas principalmente opacas, con pocos huecos: Lo importante en una fachada convencional es que esté bien aislada y bien impermeabilizada. Para ello no hacen falta complicados sistemas tecnológicos. La fachada ideal en casi todos los tipos de ambiente es la fachada ventilada o fachada trasventilada. Esta consiste en un cerramiento compuesto por una hoja interior con cierta inercia térmica, una capa aislante y una hoja exterior no estanca. La hoja exterior sirve para proteger de las inclemencias climatológicas, mientras que la hoja interior con el aislamiento otorgan la necesaria inercia térmica para que el edificio esté bien aislado. Este sistema es ya tradicional y muy extendido en edificios institucionales. En viviendas está poco extendido en España debido a su coste, además de la dificultad de poder usar cierto tipo de acabados exteriores pesados muy demandados en nuestro país, como el granito u otros tipos de piedra.


· Fachadas con gran cantidad de vidrio: Por ejemplo, los denominados muros cortina, en los que la fachada de vidrio va de arriba abajo del edificio. También es aplicable a edificios con grandes ventanales. El principal problema de estas fachadas es el control de la luz solar sobre el vidrio. Mientras que en fachadas que dan al norte el vidrio debe de ser lo más transparente posible, en el sur hace falta cierta protección, bien con vidrios translúcidos o con protecciones horizontales que evitan los rayos directos del sol. Pero es que además, según la hora del día, nos conviene que la opacidad del vidrio sea mayor (al medio día) o menor (a primera hora de la mañana). Es debido a esta problemática por lo que se han ido inventando sistemas que podríamos denominar realmente como “fachadas inteligentes”.


Estas fachadas inteligentes controlan la incidencia solar sobre el vidrio, bien con sistemas electrónicos o bien con sistemas mecánicos. El control de la incidencia solar sobre el vidrio debe hacerse siempre por fuera, puesto que una vez que el vidrio se sobrecalienta de nada sirve proteger el interior. De esta manera, los sistemas de protección solar suelen consistir en escamas o láminas exteriores que se cierran o se abren según les de el sol. También puede consistir en un tipo de vidrio que se vuelva más opaco o más transparente según la incidencia solar. Lo ideal sería evitar sistemas electrónicos, aunque estos puedan llegar a alimentarse de la propia energía solar, y en este sentido el desarrollo de nuevos materiales que conservan la memoria de forma es la punta de lanza a día de hoy.


No obstante, lo más importante para el ahorro energético de las fachadas es un buen diseño. Nuestro país tiene un clima templado y los sistemas utilizados en el norte de Europa pueden no ser válidos en el nuestro. El uso de grandes vidrieras no es lo más óptimo en nuestras latitudes, salvo para ciertos edificios representativos. Nuestros problemas respecto a la eficiencia energética de las fachadas están ligados a la falta de aislamiento de nuestros edificios, ya que durante muchos años se construyó en nuestro país con calidades bajas y aún conservamos un porcentaje de nuestro parque inmobiliario bastante deficiente.


La medida básica indispensable en edificios de más de 25 años suele ser el aislamiento exterior de las fachadas. Esto se hace con el denominado sistema SATE, que consiste en adherir a la fachada una capa de poliestireno expandido y ciertas capas de protección exterior. Al ser por el exterior, no hace falta que los operarios entren dentro de la vivienda, aunque sí que necesitarán el uso de andamios si el edificio es en altura.


Rehabilitar la fachada energéticamente, con un sistema SATE o incluso con una fachada ventilada, puede hacer en muchos casos que no sea necesario usar la calefacción en ningún momento del año. Por tanto, la amortización puede ser de pocos años. Además, aislando por el exterior, se evitan las humedades de condensación, y sumamos el confort de no tener que andar poniendo y quitando la calefacción a todas horas.

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